sábado, 11 de mayo de 2019

50, y no me puedo quejar

Porque hasta aquí has llegado, mejor o peor, pero has llegado. 
Y siempre hay quien está peor que una, así que no te puedes quejar. A pesar de que no te dé el bolsillo pa comprar los tintes que te harían falta pa cubrir esas canas que te vienen disgustando, y con las que aprendes a vivir. Piensas que ya te llegará el momento en que tengas el pelo completamente cano, y entonces te importará una mierda.

Las arrugas, pues mira, son cosa de la edad. Es cierto que no esperabas tener tantas, pero los disgustos y las luchas son lo que tienen, que dejan marca. Que ya te lo han venido diciendo, que estás mú estropeá, que tienes mala cara, que son de evidente cansancio esas arrugas. Que dejan marca, sí,  pero no dinero, que te hubiera venido bien también para arreglarte la boca, que eso sí que te trae por la calle de la amargura. Así no tendrías que sonreír de medio lado pa intentar tapar los huecos de las que te has ido quitando, porque no quedaba otra, por salud. Pero vamos, que la estética no importa, mujer.
El cuerpo, tu cuerpo (¿de quién?), que te ha costado aceptar (si es que lo has hecho), a pesar de vivirte desde él. Que esto antes no era así, que esto estaba de otra manera, que te podías poner esa prenda que ya ni en la punta de la nariz... Pero claro, qué pretendías, si es que has parío muchas veces, y has trabajao como una mula, y no te has cuidado. Si te hubieras cuidado, otro gallo cantaría. Tendrías que haberte centrado un poquito más en ti.
Seguramente, de haberte mimado, tampoco tendrías esos dolores horribles. Que tampoco serán pa tanto, dicho sea de paso, porque cómo puede ser que tengas tales deformaciones en las vértebras, o en las falanges de las manos, y no te quejes más. Debes de estar exagerando. Si fuera como lo cuentas, no podrías moverte. Sí, seguro que exageras.
Puede ser, como alguien plantea a veces, que no te quejes por costumbre. Por resignación cristiana. Por respeto. Porque sabes que tó el mundo tiene lo suyo, que siempre se brega con algo, y tú no eres más especial que nadie. Acuérdate de esa buena mujer de tu familia, a la que se comió el cáncer, y que ni tosió ni mugió en ningún momento, por no dar ruido.
O la otra, que perdió a su hijo mú chiquitito, y en vez de chillar y montar un espectáculo, se iba por las noches a llorarle, a oscuras, a la puerta del camposanto. No fuera que le tildasen de loca, y a ver, tampoco era la primera en el mundo que perdía un hijo. Había que mantener la compostura, o qué dirían de la familia en el pueblo.
¿Y esa otra, a la que tantas veces han operado del corazón sin anestesia alguna? Que bueno, si una señora de edad ha aguantao el tirón, pa tanto no será. Que es verdad que los médicos no se lo explican, pero como no se queja... Tú sabes que ella aprieta los dientes y que llega a perder el conocimiento, pero a vé, que si fuera tan insoportable, se le notaría.
Te viene a la mente aquella que, con las manos ya retorcidas por la artritis reumatoide, dice que no conviene adolerse porque (esta sí que es de esas) no es de buena católica. Las monjas se lo enseñaron hace mucho, y ella no va a cambiar sus maneras con la edad que tiene. Así tenga que aguantarse las lágrimas.
O esa con la que está emparentá, que siempre dice que quejarse no sirve pa ná. Y tiene sus achaques, porque los años pesan, pero si echa cuenta a sus dolores, ¿cómo va a ir a trabajar?
Ah, y no te olvides de la que está arrastrando esa depresión tan grande. Todos los días piensa que esta vida no es vida, y cada día es una lucha por sobrevivir, tanto por acarrear la enfermedad como por la falta de dinero. Pero si se quita del medio, ¿cómo se quedan los que se quedan?
Es que date cuenta... Si todas empezáis a quejaros, va a ser un no parar: que si la casa, que si el trabajo, que si los hijos, que si los maríos, que si las de los anuncios, que si la ropa, que si está cara la vida, que si estáis cansás, que si querríais ayuda, que si lo hacéis tó solas, que si papá tiene más hijos, que si hace falta que alguien vaya a lavar a la abuela hoy que tú no puedes, que si quédate una tarde con la niña pa ayudarla con los deberes porque tengo que salir a buscar trabajo, que si estás echando más horas que un reló pero siendo a cinco euros cada una no te queda otra porque no llegas, que si no sabes si vas a poder juntar para el alquiler y mira que estamos a una semana de que acabe el mes, ...
Si empezáis, todo van a ser pegas. Y nadie quiere oír eso. Es vuestra misión, es lo que os toca, lidiar con todos esos asuntos. Sin molestar a nadie, porque no queremos ser conscientes de la carga que soportáis. A nadie le interesa ná de esto. Porque las buenas madres, las buenas esposas, las buenas amigas, abuelas, tías, primas, hermanas, sobrinas, nietas, nueras e hijas, no se quejan. Las mujeres de verdad no se quejan. Eso no se hace. Está feo. No es de señoras ni de señoritas. Y tú no querrás ser una indecente, ¿verdad? Además, ni que fueras la única, como ya has visto.

Si es que, si lo piensas bien...no puedes quejarte.

1 comentario:

  1. Directamente al grano, o a los granos, ¡que no son pocos! Muy bueno, y muy verdad. Nos han tatuado el "tira palante y resígnate" y todo esto que relatas. Y cuando vas al médico (siempre cuando ya has dejado tu casa arreglada, tus hijos y marido atendidos, en una hora que no interfiera tu jornada laboral parcial, que tampoco coincida con las extraescolares....) le expliques lo que le expliques te recomienda que vayas a hacer pilates y que bebas agua, eso por "menopaúsica" y esas cosas de nuestra edad. A todo esto, además de seguir con la dolencia se te ha quedado cara de gilipollas claro. Al día siguiente acompañas a tu marido al médico, porque tú si pero él solo no va, y le explica una molestia que tiene por ejemplo en el estómago, el profesional contesta: ¡Vaya por Dios amigo, esto hemos de verlo bien, vamos a hacer tal prueba, tal analítica, le derivo también al digestivo, vamos a empezar con tal tratamiento, no deje de venir a verme la próxima semana o antes si es que se siente peor, la cita al especialista se la pido urgente de acuerdo amigo?......perdona?!!!!!!
    Ah! Qué yo le puedo acompañar también porque no me he podido apuntar a pilates, que no me da el dinero, ni tiempo. ¿Ves? Si es que una está malita por nuestra culpa y solo nuestra. Jajaja

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