sábado, 4 de mayo de 2019

Orgullo y salero pa sobrevivî

Cómo de difícil tendrá que ser convivir con una identidad negada. Si suena a paradoja, a contradicción. No se puede ser lo que no es. Eso es lo que pasa con la identidad andaluza. La que nos dicen que no existe y que no tiene razón de ser. Lo mismo hasta nos convencen de que es un invento moderno, abanderado únicamente por unos pocos posturas. Menos mal que todavía nos queda esa otra cosa que no existe, la memoria (escrita, en este caso). Porque gracias a ella puedo venir a contaros lo que os vengo a contar.

La percepción de Andalucía desde fuera le ha negado a esta, tradicionalmente, su "autoidentidad", su propia percepción. Y resulta que hasta hace poco más de dos siglos, ese era el único conocimiento o visión que se tenía de esta tierra. El que aportasen otros. Señores viajeros que, cuaderno en mano, escribían y dibujaban un relato de lo que ellos consideraban que debía permanecer, con tremendos sesgos de clase, género y raza. Sin embargo, esa identificación de lo andaluz con las escenas costumbristas que se popularizaran en el siglo XIX, sigue estando presente hoy día. No en vano, de Despeñaperros para arriba se sigue recurriendo al tópico de la siesta, la pereza, la juerga y la incultura, todo para, en no pocas ocasiones, hablar con poca simpatía de este pueblo nuestro.

La ruptura (vamos a decir esto por ser dramáticas y darle fuerza al asunto, pero a día de hoy no queremos hacer eso tan horrible de ROMPER ESPAÑA) de Andalucía con el resto del país se produce, por vez primera, durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874), y en concreto, tras la revolución de La Gloriosa (18 de septiembre de 1868, en Cádiz). Había crisis económica y de gobierno, y el pueblo español pugnaba por un estado democrático. Expulsada la reina Isabel II del país, y durante esos seis años de gobierno provisional (con monarquía, no obstante, de Amadeo de Saboya), se instaura la I República (1873-1874).
En este cambiante y popular ambiente, se le empieza a dar valor en España a la figura del intelectual. Hombres (cómo no) cultivados y de buena familia, que sienten la responsabilidad de luchar por las gentes y sus derechos. Se asientan la libertad de expresión y cátedra, influencia de otros países europeos, y se crean instituciones de enseñanza. Dentro de Andalucía, serán Sevilla y Granada las ciudades donde más florezca este ambiente. Nacen de ahí la Sociedad Antropológica Sevillana (1871) y su exitosa publicación, la Revista Mensual de Filosofía, Literatura y Ciencias (1869-1872). Todo esto de la mano de los catedráticos Federico de Castro y Antonio Machado y Núñez (no, no ese Antonio Machado, sino su abuelo).
Todos estos proyectos serían condenados por la Iglesia, llegando algunos de sus miembros incluso a publicar pretendidos artículos científicos para rebatir todo lo que en ellos se dijera (el darwinismo venía pegando fuerte, y claro...). Cómo fue la cosa, que llegó incluso a celebrarse el primer Congreso Católico Español en 1889, germen del dichoso nacionalcatolicismo.

Volviendo al abuelo Machado, con él se vería la primera aproximación a la idea de la etnicidad andaluza. Daba una descripción física de mujeres y hombres andaluces, reivindicando el valor y la realidad de la mezcla genética en esta tierra, y negando por vez primera en la historia que hubiera existido una Reconquista, lo que se tomó como una afrenta a España.
Aunque no dejaba de ser un señoro, el textito está pa chillarle:


[...]"conquistada la península y subyugados los visigodos por la raza árabe o semítica, un nuevo germen vino a fecundar la sangre romana: el contacto de siete siglos produjo en Andalucía una amalgama en los dos pueblos, y el día que fueron arrojados de España, hermanas eran ya la raza vencida y la vencedora, y extrañas y extranjeras fueron para los cordobeses y sevillanos las huestes que capitaneaba el Santo Rey, mientras que españoles podían llamarse los que tenían tantas generaciones nacidas y sepultadas en las tierras de Andalucía."  
Machado y Núñez, A. (1989) Sobre el <<Hombre Andaluz>>. Catalogus Methodicus Mammalium (1869). En Moreno, I (ed.)., La identidad cultural de Andalucía. Centro de Estudios Andaluces, 2008

Antonio criticaba que al pueblo andaluz se le había inculcado la idea de que era menos, que valía menos. Y sin embargo, se usan en Andalucía el orgullo y la agudeza para sobrevivir (aun a día de hoy), haciéndole frente a las necesidades con humor. Y no hay poca dignidad en ello. Hacía hincapié en que, a pesar de las diferencias locales entre provincias, esto era un rasgo común a lo largo y ancho de esta tierra.
También se defendía mucho dentro de este discurso la cultura culinaria, reflejo de una realidad eminentemente rural y latifundista.

En 1882 nace la revista El Folklore Andaluz, editada por la asociación sevillana del mismo nombre (y por Antonio Machado Álvarez, alias Demófilo, hijo del anterior y padre del poeta), que pretendía conocer y divulgar la realidad histórica y presente del pueblo andaluz, haciendo un retrato real y cotidiano que huía del romanticismo. Se haría aquí también una reivindicación política del flamenco, abogando por el pueblo y su cante como un sujeto activo de conocimiento (sin embargo, y esto ya lo ha señalado algún autor, siempre se observaba al pueblo como "ello", no se transmitía ese conocimiento desde una posición integrada. Recordemos que no dejaban de ser los autores intelectuales adinerados). El proyecto, tras sólo un año de publicaciones mensuales, se fue a tomar viento por una fuerte oposición desde algunos sectores academicistas, que no entendían cómo el vulgo podía ser fuente u objeto de conocimiento de ninguna forma. Demófilo tuvo que emigrar, puesto que la hostilidad y el boicoteo que sufrió su proyecto le hizo caer en la ruina. Sólo volvería a Sevilla para morir. No se le perdonó, ni a él ni a los otros, que introdujese en la academia lo no academicista, lo no elitista, y que pretendiese reflejar la pluralidad española. Se le condenó, hasta ahora, al olvido. Porque España era una, y punto.

Los oligarcas y los caciques, que sustentaban el poder, se unieron, basándose en sus intereses centralistas y clasistas, para defender y nombrar lo español, y que pudiese identificarse sólo con su cultura, que era la respetable.
A pesar de todo, los Machado y el resto de personas que sacaron adelante estos proyectos, consiguieron que el pueblo andaluz tuviera conciencia de su existencia como tal. Se le daba valor a los símbolos, a los modos de vida, a las ocupaciones, ... En definitiva, le habían permitido (re)conocerse en su identidad.

A pesar del panorama, en 1883 se redacta un proyecto de Constitución Federal para Andalucía, conocida también como Constitución Andaluza de Antequera, cuyo artículo primero dice así:


"Andalucía es soberana y autónoma; se organiza en una democracia republicana representativa, y no recibe su poder de ninguna autoridad exterior al de las autonomías cantonales que le instituyen por este pacto."


Nació el nacionalismo andaluz, primes. Por desgracia, todo el chiringuito fue desmontado, por varios motivos. Para empezar, a la burguesía y oligarcas no les favorecía (sí como personas, no a sus intereses ni al status quo, claro). Tampoco solucionada el problema de la tierra, que seguía sin estar en manos de los obreros, siendo la cuestión latifundista tan urgente. De hecho, el movimiento obrero anarquista no reconocía autoridad más allá de la municipal, por tanto no podía atender a una organización federal ni reconocer la soberanía andaluza. Además, el movimiento revolucionario y el cantonal-federalista fueron decayendo, y el asunto acabó centrado en la lucha de clases. Estos movimientos fueron todos independientes, y al no unirse en el camino del andalucismo, este quedó huérfano y fue cayendo en el olvido. De hecho, a pesar de que durante el franquismo todas las cuestiones nacionalistas quedaron aparcadas, pasado este se reconocieron otros nacionalismos españoles, como el gallego o el vasco. Sin embargo, Andalucía, como bien sabemos, permaneció igual. No pasó de ser Comunidad Autónoma, y así seguimos, actualmente. Se argumenta a menudo que es por que no tenemos nuestra propia lengua...pero mirad, de esto ya hablaremos otro día. Por lo pronto, siéntanse orgullosamente andaluces.


Bibliografía/Webgrafía:





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